Escribe de lo que sabes, decían

Por Luis Felipe Lomelí

¿Por qué hay tan pocas novelas proletarias en un país tercermundista como éste? Debería de haber, supongo. No como un dogma impuesto a la sazón del realismo comunista, sino como un mero reflejo. ¿No parte la literatura de la realidad? Eso dicen. ¿Cuál es la realidad de México con sus millones de pobres posrevolucionarios?

Imagine que usted es uno de esos profesores de historia –casi de película- apasionado por la literatura y que quisiera compartir a sus alumnos algunas novelas que resumieran la sociedad de cada país en sus principales momentos históricos. Si le tocara hablar del siglo XX colombiano sería sencillo. Más bien, el problema radicaría en escoger sólo unas cuantas de las muchísimas que hay (y donde seguro estarían La vorágine, de José Eustacio Rivera, Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez y El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince, La virgen de los sicarios, de Fernando Vallejo o Rosario Tijeras, de Jorge Franco). Tendría decenas de novelas de excelente factura para mostrar todos –o casi todos- los sectores de la sociedad colombiana durante el siglo XX e inicios del XXI.

Eso sería lo esperable.

Lo raro sería que en un país la mayoría de novelas hablara de otra cosa. Y que costara trabajo encontrar, por ejemplo, en un país trazado por vías férreas y plagado de minas, cuatro buenas novelas sobre ferrocarrileros o mineros.

Pero esto último parece ser que es lo que pasa en México: la ausencia.

El tema da para mucho. Desde el rechazo –muy entendible- a la “novela de la Revolución” y el rechazo subsecuente –también entendible- al rechazo de dichas temáticas. Podría hacerse una tesis que incluyera también factores sociológicos: la lógica comercial de las editoriales, los apoyos estatales a escritores, etc. Pero aquí quisiera hablar sólo de tres consejos que solían repetir los talleristas en México desde hace un cuarto de siglo y que pueden tener, al menos de sesgo, algo que ver:

  1. Habla de lo que sabes

Es el más socorrido. No hay taller literario en el que no se diga esto. Y sí, tiene su razón de ser, porque luego escribe uno de algo que desconoce y nomás anda presumiendo su ignorancia sin darse cuenta. A veces viene de la mano de “siempre es necesario hacer investigación antes de escribir”, pero en otras no. En cualquier caso, suele dejar en los jóvenes escritores la idea de que no hay que andarse metiendo con temas ajenos: si no has sido obrero, no escribas sobre una fábrica; si no has sido jornalero, no hables de los campesinos, etcétera. O, por lo menos, postérgalo.

  1. Se necesitan años para escribir sobre eso

Cada que algún compañero llegaba al taller con un cuento sobre algún suceso social tremendo que estuviera pasando en esos momentos, los profes solían decir algo así. Y añadían: “aún no conocemos bien el fenómeno, espérate”. Daban razones para ello: “las mejores novelas de la Revolución se escribieron mucho después de la Revolución, la mejor novela sobre La Violencia en Colombia se escribió mucho después de La Violencia”. La lista de mejores obras sobre un tema social podría extenderse a –casi- toda la literatura africana subsahariana contemporánea, o remontarse a Los miserables, de Víctor Hugo. Y lo mismo se ha dicho sobre las llamadas “narconovelas” que no tuvieron esa prudencia para aguardar décadas: “están verdes”.

No obstante, si bien es cierto que un fenómeno social de la magnitud y las implicaciones de una revolución o una guerra de independencia difícilmente se entiende mientras está sucediendo, lo que solían olvidar decir dichos talleristas era, por un lado, que la mayoría de aquellas grandes novelas se habían publicado cuando ya había un nuevo estado, posrevolucionaro o poscolonial, que provenía justo de aquella gesta que ensalzaban las novelas. Y, por otro lado, que en algún momento de la historia la idea misma de las novelas era justo hablar de lo que estaba sucediendo más que de hacer recuentos y balances históricos de lo que había pasado: el mismo Quijote de encuentra con un ejemplar de primera parte de El Quijote.

En resumen, aunque este consejo es sensato, sumado al anterior pudiera generar un doble obstáculo: espérate, no hables aún. Al que se le podría añadir un tercero:

  1. Tu personaje no es verosímil

Ésta es otra frase harto socorrida. Y muy prudente, también. Además de amplia: pues suele decirse tanto para las acciones como para los pensamientos y diálogos de los personajes. A lo que recuerdo en los talleres, muchísimas veces era atinada. Pero también sucedía que cada que el personaje hacía alguna elaboración filosófica o poética y dicho personaje no era un “intelectual”, todo mundo decía que no era verosímil. Con lo cual, lamentablemente, parecía cundir la idea de que ningún obrero, campesino, ama de casa, estudiante de secundaria, minero, operadora de maquila y ese largo etcétera que incluye como al 90% de los mexicanos era capaz de tener pensamiento complejo. Así, con el tiempo, al taller muchos terminaban llevando cuentos con personajes escritores, fotógrafos, pintores, profesores o periodistas; o cuentos con personajes planos y simples que se dedicaban a cualquier otra cosa.

Por supuesto, lo que sugiero aquí es una exageración: parto de unos cuantos casos de talleres literarios para tratar de dar cuenta de una ausencia que también tiene que ver con editoriales y sistemas de distribución. Sé que no lo consigo. Que, además, cualquier escritor habla de lo que se le da la gana. Y eso está muy bien. Hay excelentes novelas mexicanas de muchísimos temas que no retratan la realidad de la mayoría de los habitantes del país. Pero sigo preguntándome por qué hay muy pocos autores a los que sí se les da la gana de hablar de lo que cualquiera puede ver al caminar por las calles de nuestras ciudades. A mí me encantaría leerlas. ¿Y a usted?

Engorde

A continuación algunas de las aportaciones sugeridas en FB, he omitido las repeticiones (tomando nomás la primera) y eliminado los comentarios que no apuntaban justo a este punto: las frases de los talleres. Los nombres entre paréntesis NO indican quién subscribe la frase, por supuesto, sino quién compartió la frase que escuchó en algún taller literario. En negritas están frases que no son de taller sino experiencias al respecto de intentar escribir sobre historias «proletarias».

  • Tienes que investigar, pero como eres artista……. (Víctor Baca).
  • «Es literatura, no opiniones sobre política» (Mario N. Castro).
  • 2. Tu personaje no es verosímil. Es un limbo en donde entra la clase trabajadora, personajes con perspectiva de género, personajes misántropos o sociópatas… Además, es políticamente correcto, porque se hace desde el estrado de las letras: una consideración hacia los de abajo pero con la orientación controlada por los que están arriba. (Carlos Campos).
  • No hay que ser panfletario (Humberto Morales).
  • Consiga un negro o haga entrevistas y lo demás lo inventa… (Víctor Baca, «negro» es el racista término hispano del inglés «ghostwriter»: el escritor que redacta o hace la investigación pero cuyo nombre no aparece en los créditos).
  • Ese tipo de literatura está fuera de moda. Si quieres vender, habla de narcos (Omar Delgado).
  • Eso ya fue escrito. (Mario Alberto Ochoa Jr García).
  • No venden. El chiste es que te lean. Está pasado de moda…
    Pero si el autor es disuadido del tema que quiere abordar, entonces realmente no le interesaba, o… lo que sea, no importa. (Gerardo de la Cruz).
  • Persuade, usa tu encanto …véndele a la mente. Y la novedad sea gracia . (Anastacio Agundez).
  • Escribe de lo que te divierta, no te esfuerces por deslumbrar a nadie. (Regina Freyman).
  • «El arte sólo debe comprometerse con el arte mismo», «lo peor que le puede pasar a un escritor es ser panfletario», «el arte no debe reflejar la realidad, debe generar su propia realidad». (Josué Gt).
  • Nuestra generación está marcada por su poca ‘combatividad’.  La ‘literatura’ no debe ‘contaminarse’ con esas ‘ideologías’. (Carlos Hinojosa).
  • ¿A alguien podría interesarle como producto literario las historias de godinez, de la política no escrita de las empresas, de lo que vive dia a dia un obrero, una afanadora o un guardia de seguridad? Yo tengo mil historias, pero creo que a nadie le podrían interesar. (María Antonieta Montes).
  • Para escribir con sensatez de la clase trabajadora, sin caer en «marxismos», se necesita ser la clase trabajadora, pero en el medio artístico eso casi no existe. (Javier Colz).
  • La cosa es que no me parecían historias interesantes para la audiencia. (Beatriz Camacho Gaxiola).
  • …me dijo quie mis personajes eran muy aburguesados (Miguel Cane).
  • …Los pobres no leen (Ramiro Padilla).
  • La chinga cargando platos y alcanzando objetivos de venta a la alza que imponen cada mes en un Sanborns por ejemplo, o las horas pegando tabiques bajo el sol con el estómago casi vacío aparte de la ballena mañanera, no son verosímiles. Existen pero son irreales si las trasladas a la imprenta. Y claro, si los morros ya no quieren ser chalanes de un albañil, o lavar los baños del Vips, porque deja más recorrer las calles en una moto tirando droga ¿por qué alguien habría de escribir de asuntos que no le interesan a nadie como la vida de un mediocre obrero fabril, de un pescador que ya no tiene playa porque ahora es de un consorcio hotelero? (V Gerardo Muñoz V).
  • 1. El realismo es bien aburrido, para eso está la vida cotidiana.
    2. Sólo se necesita de la imaginación, hacer otra cosa es una payasada.
    3. Las situaciones son de clase baja, a nadie le interesa.
    4. Las emociones de los pobres son chatas. (Francisco Rangel).

Obviamente, valga repetirlo, esto no da cuenta de todo el proceso sociológico de la literatura, sino sólo de una parte. Una parte que si bien se puede considerar pequeña o desdeñable, dada la cantidad de experiencias -y del hecho de que los talleristas mexicanos suelen ser escritores publicados, a veces incluso editores-, me parece que no lo es tanto sino que desde ahí, desde los talleres, se va construyendo una identidad colectiva que segrega la literatura correcta de la incorrecta.

Por supuesto, habría que analizar también otros factores. Por ejemplo, como dice David Cano «se vive un desencanto muy cabrón respecto a la militancia política», ¿qué es eso y cómo se traslada a la literatura que se escribe hoy día? Lo que se une a, «Son los propios escritores que con sus novelas buscan pertenecer a la élite. «En mis novelas nunca habrá un personaje pobre», escuché una horrenda vez» (Eduardo Montagner).

También, como dice Antonio Ramos Revillas: «creo que socialmente el tema ha estado ausente desde hace tiempo al menos en las novelas u obras que han sido comentadas por la crítica», ¿qué tipo de crítica se hace?, ¿de qué tipo de libros?, ¿prevalece la crítica de libros de grandes editoriales comerciales o también hay espacio para la crítica de libros de pequeñas editoriales? y, si sí hay espacio, ¿por qué los reseñistas y críticos no suelen abordar los libros de editoriales universitarias y regionales, por ejemplo?  Porque, como mencionó Alfredo Loera «En los talleres sí hay mucha gente interesada en esta cuestión, ya entre los escritores profesionales es donde veo reticencia, según lo que he visto».

Por último, luego de los talleres, el espíritu de los tiempos y la crítica, acá la línea insoslayable que señala José Luis Zárate y que también valdría la pena analizar:

«Me parece una pregunta con trampa. Presupone que son los escritores los que deciden lo que se publica y no los distintos editores en un medio donde lo comercial y lo incluyente no está precisamente equilibrado».

 

Un comentario en “Escribe de lo que sabes, decían

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